Morris, el arequero tripulante del hundido buque General Belgrano

 Morris, el arequero tripulante del hundido buque General Belgrano

A 43 años del hundimiento del buque General Belgrano, uno de los hechos más salientes de la Guerra de Malvinas, Hugo Morris, que durante el conflicto bélico tenía el cargo de Teniente de Navío y formó parte de la tripulación del barco, recordó algunos aspectos del acontecimiento que permanece en el recuerdo de la mayoría de los argentinos.

El 2 de mayo de 1982, en el comienzo de la guerra, un submarino inglés hundió el buque insignia de la Armada Argentina que tenía una tripulación integrada por 1093 marinos.

Morris, hijo de Pedro y de María Daly, nació y vivió en San Antonio de Areco hasta los 16 años, momento en el que ingresó a la Escuela Naval. Se retiró de las Fuerzas Armadas en 2003 y hasta fines de 2023 prestó servicio como Agregado militar en las Naciones Unidas. Hace años ya que se radicó nuevamente en nuestra ciudad.

“Teníamos buen adiestramiento, tanto para el control de daños como para la supervivencia y 770 tripulantes del buque tuvimos la bendición de salvarnos. Murieron 323. El buque no se hundió de golpe, sino que demoró una hora en hundirse y pudimos utilizar las balsas, que son como un bote de goma grande, para 22 o 16 pasajeros para decirlo de alguna manera, que arriba tiene como una carpa. Adentro contábamos con algunos elementos como caramelos Sugus que contenían mucha azúcar y bolsitas con suero. Eso es para la supervivencia de dos o tres días”, recordó Morris.

“En ese momento el comandante del buque tomó una gran decisión. Vio que el buque tardaba un poco más de lo esperado para hundirse, más allá del nivel de deterioro que tenía la estructura, y decidió abrir todas las compuertas para que se salvara la mayor cantidad de gente posible. Dentro de la locura de esa situación fue una determinación exitosa”, dijo el por entonces Teniente de Navío.

“En ese momento el mar tenía olas muy fuertes porque había muchísimo viento. Eran del orden de 3 o 4 metros pero tuvimos la ventaja que fue de día. Recuerdo que el buque, cuando se hundió, se fue para atrás y produjo el mismo desplazamiento que se produce cuando alguien tira algo dentro de una olla y nos desplazó como a unos 30 metros. Eso nos salvó porque después se escucharon explosiones que estoy casi seguro que eran las calderas. En el lugar que se hundió el buque, el mar tenía 7000 metros de profundidad. Esto lo cuento como una breve semblanza de lo que ocurrió”, afirmó el marino.

“La navegación en balsa es a la buena de Dios porque no hay elementos que permitan llevar esa embarcación a algún lado. Va hacia donde la meteorología la lleva. Por eso en el rescate hubo cuatro buques que tuvieron una actuación destacada: el bahía Paraíso, los destructores Bouchard y Piedrabuena y el aviso Gurruchaga. Las primeras balsas las recogieron a las 9 de la mañana porque fuimos detectados por aviones que estaban haciendo tareas de reconocimiento y a las últimas, que lamentablemente fue la mía, cuando habían pasado 41 horas. A los dos días llegamos a Puerto Belgrano”, puntualizó el vecino de San Antonio de Areco que agregó que: “Durante la travesía en la balsa tuvimos muertes, básicamente por dos causas. Unas fueron chupadas por el buque cuando se iba hundiendo porque las destrozó. Después hubo algunas balsas que tenían menos tripulación que lo indicado y fallecieron de frio. Fueron pocas pero en las balsas tuvimos entre 11 y 12 bajas”.

Para concluir la conversación, Hugo Morris también hizo referencia a la post guerra: “Lo que vino después fue muy difícil. Personalmente creo que de una situación límite algo queda. Los problemas son dos: el nivel de adiestramiento y la personalidad de cada uno. Nosotros, gracias a Dios, tuvimos pocos suicidios de integrantes de la tripulación, pero no estoy en condiciones de decir si se pudo establecer algún tipo de estudio oficial porque hay conductas que son rarísimas. Hubo gente que durante 20 años no pudo hablar del tema y de pronto comenzó a hacerlo. Digo esto porque nosotros nos juntamos todos los años, tenemos una asociación civil y a lo largo de muchos años hubo personas que no querían participar, pero de golpe comenzaron a hablar. Así que para hablar sobre las conductas posteriores a la guerra no hay una verdad revelada”.