La campaña de Rivadavia: un subcampeonato que deja muchas enseñanzas

 La campaña de Rivadavia: un subcampeonato que deja muchas enseñanzas

En la reciente definición del Torneo Clausura, Rivadavia disputó un primer tiempo parejo, cerrado, se desenchufó al comienzo del complemento, se desorientó, recibió dos goles en contra que fueron como un mazazo en pleno rostro, repuntó con más amor propio que futbol, se puso 2 a 1 pero no le alcanzó el combustible que tenía en el tanque para llegar al empate. De todas maneras, estuvo a la altura de las circunstancias y jugó con honor.

Pero más allá de esta derrota, que sin dudas duele en lo más profundo del alma, la campaña del elenco que dirige Maximiliano Sánchez fue muy buena.

Arrancó el certamen con dudas el domingo que perdió 2 a 1 con Solís pero luego se recuperó con tres triunfos al hilo ante San Antonio (2 a 0), Robles (3 a 2) y San Carlos (2 a 1) en Capitán Sarmiento, hasta que en la Quinta fecha cayó 2 a 0 en el clásico ante River Plate y en la jornada siguiente volvió a perder 1 a 0 en su visita a Capilla.

Esas dos caídas pusieron a prueba el temple de un plantel que se puso nuevamente de pie con un ajustado 2 a 1 ante Unidos, el empate 1 a 1 con San Patricio, el triunfo por 2 a 0 frente a Independiente, que le aseguró la clasificación para los cuatros y con la gran actuación, sobre todo durante la primera etapa, ante Huracán al que venció por 3 a 1 para sumar tres unidades que le permitieron terminar la ronda en el cuarto puesto de la tabla.

En la segunda fase protagonizó un 0 a 0 durísimo ante Capilla pero clasificó en los penales y se trajo un valioso 1 a 0 de su exitosa excursión al estadio de San Carlos que le dio el boleto para la final con San Patricio.

Al margen de lo numérico, podemos destacar varios aciertos del entrenador que debutó en Primera en el segundo semestre de esta temporada: la consolidación de Luis Zapata en el arco, el regreso de Laureano Leguizamón, a quien designó capitán, el buen retorno de Diego Arce tras su segundo paso por Huracán, la aparición prometedora del chico Kevin Benítez, el aporte experimentado de Matías Idiart, autor de los dos últimos goles panzanegra, la garra de Bautista Leguizamón, la capacidad para regular los tiempos de Tomás Di Filippo y la dinámica intensa que el cuadro le imprimió a la mayoría de sus presentaciones.

Claro que perder una final deja un gusto amargo en la boca pero cuando las pasiones se calmen todo el pueblo de Rivadavia va a poder comprender que lo hecho fue muy positivo y que deja abierta una puerta pensando en el futuro.