Historias mínimas de inundaciones arequeras

La tradición oral cuenta que en 1900 el desborde del rio Areco llegó hasta la casa de Don Fernando Speroni, que por entonces vivía en la esquina de Arellano y Mateu.
En marzo de 1921, la correntada se cobró la vida de Miguel Quetgles, propietario junto a su hermano Orlando de la farmacia ubicada frente al Banco Provincia. El cuerpo de Quetgles fue encontrado tres días después de su desaparición, en el conocido como “Pozo del diablo”.
En 1939, la creciente ahogó las 200 ovejas de raza del Parque Criollo. El agua alcanzo las cercanías del Museo Ricardo Guiraldes, que había sido inaugurado el año anterior, y del Tiro Federal.
La inundación de 1959 tuvo carácter regional y en el Prado Español fueron alojados cerca de 200 evacuados de la zona de Zárate. En esa oportunidad el hospital Zerboni quedó rodeado por el agua, que también corto el paso por la Ruta 8 y el impacto se sintió fuerte en la cuenca Este y en la Quinta de Fatuzzo.
Luego de la creciente de octubre de 1967, el Intendente José Emilio Ramírez decidió la refacción de las compuertas, que corrían peligro de derrumbe y comenzó la construcción del piletón, una obra que en 1970 concluyó Angel Alonso.
En marzo de 1980, el nivel del río creció hasta los 5 metros 40 centímetros y la zona de la ribera, de ambas márgenes, ya se había comenzado a poblar de viviendas y de comercios sobre todo vinculados al turismo.
Luego de la inundación de febrero de 1984, el Intendente Teodoro Domínguez consiguió que Hidráulica de la provincia de Buenos Aires hiciera una obra de dragado del rio. Tito aprovechó la oportunidad, diseñó el anfiteatro y literalmente voló un pequeño puente que se había utilizado en la década del 60 cuando se pavimentó la ruta 41.
Hasta hoy, diciembre de 2009 había marcado un hito en la relación entre San Antonio de Areco y el rio. Esa inundación dejó una marca imborrable en la memoria colectiva, pero tuvo como saldo la confección del Plan de Manejo Hídrico y la ejecución de un programa de obras públicas que se interrumpió en 2016.
Las inundaciones que se registraron en noviembre de 2014, agosto de 2015, marzo de 2024 y la que todavía está en curso, indican con claridad que aumentó sensiblemente la frecuencia de las grandes lluvias y la repetición de los desbordes del Río Areco. Esto, con su fuerte incidencia en la vida cotidiana del vecindario, que incluye la actividad deportiva muy extendida en la costanera y en la marcha de la rueda de la economía interna de la ciudad.


