El reconocido cocinero Petersen y su esposa Zelaschi pasaron su luna de miel en Areco

Lejos de los flashes y las postales exóticas, la pareja apostó por la belleza serena de San Antonio de Areco para celebrar sus primeros días como casados.
Mientras muchos recién casados eligen playas caribeñas o capitales europeas para celebrar su amor, el reconocido chef Christian Petersen y Sofía Zelaschi —quienes se conocieron en el programa “El Gran Premio de la Cocina”— decidieron trazar un camino distinto. Tras una ceremonia íntima celebrada el pasado 18 de abril en San Isidro, partieron hacia un destino que huele a tierra húmeda y atardeceres lentos: San Antonio de Areco.
Aquí se encuentra “La Villa Rural”, el campo familiar de los Petersen, transformado en refugio romántico y escenario de esta luna de miel poco convencional. Rodeados de corrales, pastizales y animales de granja, Christian y Sofía eligieron el valor de lo simple: compartir el día a día entre gallinas, caballos y el ritmo pausado del campo.
Las redes sociales dieron cuenta del momento. En una historia publicada por Petersen en Instagram, se ve a Zelaschi caminando con estilo relajado entre gallinas, alimentándolas y recogiendo huevos que, más tarde, serán parte de los platos que ambos preparan juntos.
El chef también mostró con orgullo su “refugio islero”, un rincón rústico de madera y luz tenue, donde la pareja se detiene a contemplar el atardecer o a compartir un mate. En otra imagen, Zelaschi acaricia a un caballo con detenida calma.
Pero este regreso a Areco no es solo una elección de descanso, sino también una apuesta por otro estilo de vida. Petersen proyecta un nuevo proyecto gastronómico: un bar de vinos llamado “Sagrada Familia”, ubicado en la galería La Lechuza (Alsina 192). A su vez, como parte de esta nueva etapa, también planea abrir un pequeño restaurante sobre la ruta 8, a la altura del kilómetro 105, bajo el nombre de “Ruta 8”. Pensado como un refugio gastronómico de paso, el lugar ofrecerá café, huevos revueltos y opciones simples pero sabrosas para quienes entran o salen de Areco.
Areco, con su encanto criollo intacto, sus calles de adoquines, pulperías y campos abiertos, se presenta como algo más que un destino: es un espacio para volver a lo esencial. La elección de Petersen y Zelaschi resalta el valor de ese otro lujo, el que no se compra ni se muestra, sino que se vive: el de estar juntos, sin apuro, en un entorno que invita a respirar profundo y a dejarse abrazar por la naturaleza.

