El origen de la rivalidad entre San Patricio y Rivadavia

En 1984, San Patricio decidió inscribirse para participar en la Liga Deportiva y armó su plantel con la base de los jugadores que una década antes habían sido campeones provinciales en Necochea.
Pero como la mayoría de esos hombres (Emilio Camarota, Pascual Chacón, Walter Bay, Patricio Caterini, Gustavo Demaría y Carlos Cvitanich) jugaban en Rivadavia, el club de la Avenida Vieytes se vio obligado a apurar la promoción de varios juveniles (Guillermo Massaroni, Silvio Echaniz, Adrián Godoy, Daniel Roach, Guillermo Achetta y Jorge Petit, el padre de Matías que actualmente viste los colores panzanegra) para poder palear la partida masiva de sus principales figuras.
Esta situación creó los primeros chispazos y rispideces entre ambas instituciones, que se cruzaron por primera vez de manera oficial en la segunda fase del certamen y San Patricio (que como estaba tramitando su personería jurídica esa temporada jugó con el nombre de Tempestad) se impuso por 2 a 1 con dos goles de Julio Cobo, mientras que Teco Massaroni anotó el tanto de Rivadavia.
En ese certamen, el elenco panzanegra dirigido por Domingo Martino terminó segundo, detrás de El Frontón que se consagró campeón y Tempestad fue tercero.
Pero dos años más tarde la rivalidad se volvió muy vigorosa porque disputaron mano a mano las tres finales del Campeonato Oficial de 1986, y protagonizaron una definición imborrable en el recuerdo del pueblo futbolero.
Rivadavia, siempre bajo la batuta de Martino, había reforzado su plantel con las incorporaciones de Gustavo Rozzolino, Guillermo Barañuk, Luis Quaglino y Sergio Scarano, y mantenía vigentes a nombres que ya forman parte de la leyenda como Gustavo Irazú, Aldo Menconi, Armando Esnaola, Luis Bordón, Miguel Cicarelli, Luis Oyanguren (el padre de Matías) y Daniel Menconi (el padre de Federico, hoy uno de los emblemas del conjunto verde amarillo).
En esa época San Patricio también era una formación muy poderosa, porque había sumado refuerzos de la talla de Ricardo Cobo, Roberto Rozzolino, Nicolás Rivero, Daniel Parodi y a un muy joven Salvador Direnzo, que ya despuntaba para ser el tremendo goleador que finalmente fue.
En las memorables finales de 1986, el partido de ida lo ganó Rivadavia con gol de Massaroni. En la revancha los de la Avenida Vieytes ganaban primero 2 a 0 y luego 3 a 1 pero cuando se preparaban para dar la vuelta olímpica, en una remontada histórica el conjunto del trébol en el pecho se impuso por 4 a 3, con un tanto milagroso y sobre la hora del matador Direnzo.
En el tercer cotejo, que se jugó el viernes 7 de noviembre por la noche en una cancha Fitte repleta de público, Rivadavia se coronó bicampeón al ganar por 2 a 0 con un nuevo gol de Massaroni y otro de Dani Menconi.
En el Areco de ese entonces, el pueblo respiraba futbol. La sede de Rivadavia en la Vieytes era un mundo de gente y muchos futboleros se reunían en un bar de la calle Alsina llamado Matías que era propiedad de Carlos Menconi, en sociedad con sus hermanos, y el “barba” era el entrenador de San Patricio.
La final del memorable 4 a 3 fue el primer partido que se filmó en la historia. Fue un trabajo de Pablo Navas que tomó las imágenes montado en la pluma de la CEOSP que estaba estacionada sobre calle Pellegrini.
Fue a partir de algunos de estos hechos que estamos contando, que nació y se cimentó una rivalidad deportiva que día tras día escribe un nuevo capítulo, como sin dudas este domingo 8 de diciembre generará la definición del Campeonato Clausura 2024.


