El Bar-buffet del club Tempestad

Distinto a todos. Casi un bar ceniciento al servicio de un club “del centro”, orgullo arequero y polirrubro. Antesala o after breve de encuentros para el deporte o el juego (escolazo) “fuerte”. Pelotaris, nóveles basquetbolistas o incipientes tenistas recalaban solo 5 o 6 minutos para una Coca fugaz antes de emprender camino a casa.
Ahora firmemente sostenido por una pujante conducción que dio vuelta para bien el club, El tempe alberga decenas de deportistas amateurs -y no tanto- que todos los días despuntan el vicio de su entretenimiento.
Antes, allá a lo lejos, si el instructor de alguna disciplina se retrasaba, entonces veinte adolescentes pedían una sola gaseosa y un par de Guaymayenes. Algunas comilonas fueron intentadas por conserjes hacendosos, que no se pudieron sostener al igual que los pasos breves de cocinas de autor.
Los estoicos mostradores persisten: el circular “sesentoso” de granito allá al lado de la escalera o el más moderno en el ala derecha junto a la General Paz.
Ni el ajedrez, omnipresente en los 80-90 y hasta comienzos del nuevo milenio, o el chin-chon rápido antes de recomenzar el trabajo vespertino tipo 14:30h, movieron mucho la cafetera automática … ni los trebejos ni los anchos bravos tenían demasía sed.
El bar-bufet del club Tempestad acompañó los formidables adelantos edilicios de la institución, pero nunca llegó a tener una personalidad propia. El club en sí lo incluyó pero las butacas de la primera fila fueron para las canchas de básquet o tenis o el orgullo renovado del mejor frontón a la redonda (no solo de Areco). Además, o, tal vez por eso le faltó el “barro bolichero” o el borrachin siemprepresente…
Igualmente, a una larga fila de duendes deportistas y escolaceros se los ve entrar y desaparecer del angosto pasillo ahí nomás … rumbo a la memoria de quienes por décadas venimos pasando por la Gral Paz frente a la estación de servicio…

