A 15 años del Diciembre Negro, la trágica inundación de 2009

En pocos días se cumplirá un nuevo aniversario de aquel 26 de diciembre de 2009, día en que San Antonio de Areco vivió un episodio de esos que marcan la vida comunitaria y que la quiebran en un antes y un después. Luego de varios días de copiosas lluvias, el desborde del río Areco generó una inundación casi sin precedentes que literalmente dejó debajo del agua 90 manzanas y a más de 3000 vecinos.
Fue una de las tragedias colectivas más importantes de la historia de nuestra sociedad como comunidad organizada, y las pérdidas materiales y simbólicas fueron cuantiosos y muy difíciles de calcular.
Principalmente fueron afectados los barrios Amespil, Canuglio, los Horneros y Don Pancho, el Parque Criollo, la Matera, la Blanqueada y el Museo Ricardo Guiraldes, una amplia zona de la ruta nacional 8, los clubes de la costanera (Pescadores, River Plate y Náutico), el boulevard Zerboni en toda su extensión (donde ya existían un robusto desarrollo económico vinculado al turismo: hoteles, bares, restaurantes), el hospital Emilio Zerboni, el Polideportivo, el barrio Presidente Illia, la escuela Técnica (que por entonces dictaba clases en la esquina de Lavalle y Moreno), las calles Mateu, Lavalle, Mitre, Segundo Sombra, General Paz, Martínez, Italia, Moreno, Del Valle, Belgrano, Alsina, Arellano, Zapiola, Bolívar y Sarmiento.
Aun cuando las aguas bajaron y volvieron a su cauce normal, la actividad del vecindario profundamente conmovido por los acontecimientos quedó alterada por unos cuantos días más.
La situación crítica y desesperante, requirió de la ayuda urgente del Gobierno Nacional y de la intervención directa de la provincia de Buenos Aires. Al poco tiempo se abrió una inédita instancia de debate público con una intensa participación de los vecinos afectados por la creciente. Prácticamente por espacio de dos años el tema de la inundación ocupó el centro de la agenda y el recinto del Concejo Deliberante fue la sede de una suerte de “Cabildo abierto” que deliberó de manera horizontal y permanente.
A pesar de la gravedad de lo que estamos evocando, el saldo político fue positivo: se discutió y se confeccionó un Plan de manejo hídrico, se montó un sistema de alerta temprana, se organizó una estructura de Defensa Civil y hasta finales de 2015 se hicieron obras en la Cuenca del Río Areco como nunca antes había ocurrido más allá de los antecedentes históricos de las inundaciones de 1959, 1967 y 1980, solo para nombrar las más significativas.



