EL BOLICHE DEL CHOLO GHESSI

En nuestros Bares de la Historia, hablamos hoy del boliche del Cholo Guesssi Escondido, como la luz en los ojos de su dueño. Muchos recordarán
Tres salones: el externo, mostrador, pedidos, pagos y el macaneo habitual sin sillas ni banquetas; en el del medio copaba el truco y alguna conga enganchada y al fondo, si su hermano Marcelo complacía y ayudaba, algo en la parrilla o una tallarinada.
Dos tintos y un Gancia, Cholo, me los cobras a mi…
El bolichero, sin atisbo de torpeza (al contrario) servía los respectivos vasos llevando el líquido a 2 milímetros exactos del borde, así también con los tragos, el hielo o la soda.
Los vasos de distinta medida lucían perfectamente limpios a un leve giro de 90 grados, donde de pie se manejaba el Cholo. el dinero se guardaba en un cajón también con decoro geométrico digno de obsesivo contador bancario; ordenaditos según su valor y hasta con las cabezas de San Martín para el mismo lado.
Gran refugio de parroquianos jóvenes, esos que en busca de “un rartito más” abordaban a lo del cholo en los amaneceres de sus madrugadas agitadas.
Todo esto representaba una curiosa admiración pues el Cholo era ciego.
Por lo demás, lo de siempre… hasta el silencio final, como el de su dueño… cuyos ojos nublados se expresaron siempre a la perfección con su oído y sus manos.
